Mensaje de la Biblia-Cristo
Juan 5:39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;
La Biblia, desde Génesis hasta el Apocalipsis, señala a Cristo y gira alrededor de Él. Mediante la Palabra escrita, revela a Cristo a nuestro corazón y a nuestra mente, y lo convierte en una realidad en nuestra vida.
Cristo en el Antiguo Testamento
El Antiguo Testamento allana en parte el camino hacia Cristo, al presentar una variedad de tipos o ilustraciones que señalan, o hallan, en Él su cumplimiento.
Entre estos tipos o símbolos figuran el Cordero Pascual, el tabernáculo y sus muebles, y todo el sistema de sacrificios.
Además, hay personas como Isaac, José, Moisés que son tipos de Cristo.
No sólo los tipos o prefiguras del Antiguo Testamento señalan a Cristo, sino que el trato de Dios con Israel también le señalaba a Él y preparaba el camino para Su venida.
Dios se revela activamente en la historia
Una de las verdades más maravillosas de la Biblia consiste en que Dios no está lejos, (aunque muchos no lo piensan así); ha participado de la corriente de vida de las naciones y se ha revelado a Sí mismo. En el Antiguo Testamento, estas revelaciones señalaban a Cristo y preparaban el camino para Él.
Jesús confirma el testimonio de las Escrituras
El Señor Jesucristo mismo aceptó o confirmó este testimonio de lo que señalan las Sgdas. Escrituras. Al hablar, el Señor Jesús reconoció que los judíos querían algo más que el testimonio que Él daba de Sí mismo. La ley demandaba 2 ó 3 testigos (Deuteronomio 17:6; 19:15). El Señor Jesús señaló tres: Juan el Bautista, el Padre y las Sagradas. Escrituras.
Una búsqueda equivocada en las Escrituras
Los judíos admitían que el testimonio de las Sgdas. Escrituras era válido.
En realidad, escudriñaban las Escrituras, suponían que por las Escrituras tendrían vida eterna, pero en su investigación, pasaron por alto el hecho de que las Sagradas Escrituras dan testimonio de Cristo, que señalan que en Él hay vida eterna.
Los judíos de aquella época rechazaban el testimonio que las Sgdas. Escrituras daban de Cristo.
La construcción gramatical griega indica que su negativa era obstinada.
En vez de examinar las Sagradas Escrituras a fin de ver lo que la Biblia enseña en realidad, buscaban solamente aquellos textos que respaldaran sus propósitos, sus deseos, sus doctrinas favoritas y sus prejuicios.
Querían alabar al hombre más que a Dios.
En realidad, todas las ideas que tenían relativas a la honra eran egoístas y terrenales.
Los escritos de Moisés: ¿esperanza o juicio?
El Señor Jesús termina señalando que el no ver a Cristo en los escritos de Moisés convertía a estos libros en sus jueces en vez de sus esperanzas.
En realidad, los judíos reconocieron que el profeta Moisés era mesiánico.
Esta verdad se insinúa en Juan 1:21 cuando los dirigentes le preguntaron a Juan el Bautista si él era aquel profeta.
Esteban identificó esta declaración con Cristo (Hechos 7:37).
Así lo hizo también Pedro (Hechos 3:22, 23).
Él asimismo señala que todos los profetas predijeron a Cristo y los resultados de Su obra.
Comprendiendo las profecías después de la resurrección
Sin embargo, ni Pedro había entendido esta verdad antes de la resurrección de Cristo.
Ni tampoco la habían entendido los otros discípulos.
A los dos que se hallaban en el camino de Emaús, Jesús hizo referencia a estas profecías del Antiguo Testamento demostrando de qué manera Cristo debía sufrir primero antes de entrar en Su gloria (Lucas 24:26,27).
Más tarde, el Señor Jesús les abrió el entendimiento a los discípulos a fin de que comprendieran las profecías de todo el Antiguo Testamento, desde Moisés en adelante (Lucas 24:44-48).
Cristo: la culminación de toda la Palabra
Comprendieron así que Cristo es la culminación divina de toda la Palabra proporcionada anteriormente.
Como simiente de la mujer, el Señor Jesucristo derrotó a Satanás en el Calvario (Génesis 3:15).
Como simiente de Abraham, les proporciona bendición a todas las familias de la tierra (Génesis 12:3; 22:18).
Como el león de la tribu de Judá, conquistará y reinará (Génesis 49:10, Apocalipsis 5:5).
El pecado de la incredulidad
Los judíos que perseguían al Señor Jesucristo afirmaban creer los escritos de Moisés.
El Señor Jesús dijo que en realidad no creían, porque si hubieran creído, hubieran creído en Jesús.
La incredulidad constituía su principal pecado.
Ese también puede ser tu principal pecado: la incredulidad.
Una invitación final
Cree en Cristo, el Hijo de Dios.
Arrepiéntete de tus pecados, conviértete a Él y verás...
CRISTO JESÚS TE AMA.
*Este artículo fue publicado por primera vez en septiembre de 1983 en la revista Nueva Vida.
